25.5.15

Un poema maravilloso de Daniel Geisser



EURINOME

Quédese quieta ahora, ya no baile,
mujer de blancos brazos,
más blancos que la espuma,
abandone esa danza, triplemente alocada,
ya no siga moviéndose, agitándose,
en la furia azulada de las olas;
que cese el frenesí del marino aquelarre:
no convoque a los vientos
déjelos que reposen en sus odres de cuero,
que se aquieten las aguas
y que no haya mareas,
que sea noche perpetua,
que no se diferencien las estrellas
y que el sol siga negro y no conozca el brillo;
aplaque esa tormenta primigenia,
deje en paz a las cosas, deje que anden,
que sigan, tranquilas en el caos como
hasta ahora, que giren y que floten
en esa sopa cósmica, mezcladas con los restos
de lo que no ha nacido, que siga el remolino
dando vueltas y vueltas; ya no baile, mujer,
mujer de blancos brazos, más blancos
que la espuma, quédese quieta ahora,
hasta apagar la fiebre de los muslos
ebúrneos; no se entregue al fornicio
con la vieja serpiente; apriete bien
los labios de esa grieta purpúrea;
que no haya ningún huevo
para que no haya un mundo.

Daniel Geisser

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